Cuando pensamos en la cantidad de opciones que hay en el mundo, es difícil encontrar una norma común a todas las opciones. Es en este mundo repleto de diferencias cuándo tenemos que plantear la estandarización de parámetros entre las diferentes opciones que ofrece el mercado, con el fin de evitar problemas.
Este enunciado genérico se individualiza en los casos concretos, que están relacionados con productos y servicios de diferente índole. No podemos olvidar que la globalización ha traído avances tecnológicos, que cuando son llevados a otros países no triunfan, precisamente porque los Gobiernos no permiten el uso de ese bien o servicio.
Esto sucede porque no se cumplen las normativas internas, lo que supone que dicho producto o servicio sea rechazado sin ni si quiera tener en cuenta su utilidad. Es algo cómo lo que pasa con algunos productos traídos de China, que al no cumplir los requisitos de calidad no pueden ser aprobados para el uso en España.
Si nos ponemos a pensar en servicios, podemos imaginar en servicios online en los que el uso de datos confidenciales se realiza sin protegerlos adecuadamente. Es aquí cuando los Gobiernos empresas y instituciones se ponen de acuerdo para hacer el mundo un poco más fácil, sobretodo en lo que se refiere a la introducción y comercialización de productos o servicios.
Esto se realiza mediante las normas ISO, unas normas que proponen estándares en el mercado, que son muy desconocidas por los consumidores. Aunque últimamente se ponen de moda debido a que los dispositivos móviles implementan normas ISO que expresan la protección de los dispositivos al agua o al polvo.
Qué son las normas ISO
Tal y como recoge la RAE en su primera acepción, una norma es una regla que se debe seguir o a que se deben ajustar las conductas, tareas, actividades, etcétera. Una norma, por lo tanto, es una fórmula que posee un valor de regla y que tiene como fin definir las características que deben tener los productos, siendo compatibles entre sí para poder utilizarse a nivel internacional.
Las normas ISO tienen valor indicativo y de guía. Actualmente, su uso es cada vez mayor y hay un gran interés en seguir las normas existentes porque desde el punto de vista económico reduce costes, tiempo y trabajo. Es muy importante matizar que las normas de la ISO son voluntarias, no son leyes, aunque en algunos casos, la ley puede llegar a exigir que se implante alguna norma ISO en algún sector concreto.
Pero hay que concretar mucho más para entender la importancia de las normas ISO y conocer sus prioridades y su finalidad, es decir, ¿para qué se crearon? Lo más importante es saber que las normas ISO se crearon para ofrecer una orientación, coordinación, simplificación y unificación y, así, conseguir reducir costes y aumentar la efectividad, así como estandarizar las normas de productos y servicios para las organizaciones internacionales.
Las normas que se implanten en cada uno de los países deberán homogeneizarse para que los productos puedan compararse entre sí. Lo que se pretende conseguir es que las normas ISO sean un elemento único en cuanto a la importancia que tienen las relaciones de confianza entre los clientes y los proveedores.
Existen múltiples beneficiados por las normas ISO, por ejemplo, los gobiernos, ya que la certificación asegura que los bienes y servicios cumplen requisitos obligatorios relacionados con la salud, la seguridad, el medio ambiente, etcétera. También sirve como medio de control en el comercio exterior entre los países. Igualmente es una herramienta para la evaluación de proveedores en procesos contractuales y para verificar que el bien adjudicado en un proceso licitatorio cumple los requisitos establecidos en los pliegos de condiciones.
Para el sector industrial, la certificación le permite demostrar el cumplimiento de los requisitos establecidos en los acuerdos contractuales o que hacen parte de obligaciones legales, mientras que para el consumidor la certificación le permite identificar productos o servicios que cumplen con los requisitos, o proveedores confiables.
Llegados a este punto, es evidente que podemos afirmar que cualquier certificado que acredite que en nuestra empresa está implantada alguna ISO nos abrirá la puerta a otros mercados, tanto nacionales como internacionales. Aunque las normas ISO no se caracterizan por ser obligatorias, sí que pueden darle un valor añadido a nuestra empresa.
Para obtener certificados ISO hay que acudir a empresas como q-bo, una empresa que pone a la disposición de las empresas un software de calidad que implanta normas ISO de obligado o recomendado cumplimiento para las empresas públicas o privadas, con el fin de ayudar a la gestión desde el punto de vista de la consultoría, el software y la formación.