Si ahora nos resultan complicados algunos problemas matemáticos cuando llevamos en el bolsillo una modernísima calculadora habría que imaginarnos portando tan sólo un ábaco. Que no estamos diciendo que sea necesario, que el progreso y la tecnología nos allanan el camino y hay que aprovecharlo, de hecho vamos a recomendar la web Solo Calculadoras para que aquellos que necesiten de estos ábacos modernos y a pilas puedan comprarlos al mejor precio y de manera cómoda.
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Pero volvamos al tema que nos ocupa, los ábacos. Resulta realmente curioso que en la actualidad muy pocas personas sepan utilizar realmente el ábaco y es increíble que estos aparatos sean tan precisos como lo son, aunque no lo parezcan.
El ábaco es el instrumento de cálculo más antiguo que se conoce y ha sido adaptado y apreciado en diversas culturas. No se conoce la fecha de origen, es indeterminada, pero en épocas muy tempranas ya existieron los primeros aunque con otro nombre o careciendo de él. De hecho el hombre primitivo encontró materiales para idear instrumentos de conteo y es probable que en su inicio el ábaco fuera en una superficie plana y con piedras que se movían sobre líneas dibujadas con polvo.
Actualmente, un sector de eruditos opina que el origen del ábaco se encuentra en China, donde su uso es muy notable, al igual que en Japón, pero otras opiniones aseguran que nació en el Sáhara donde los dameros (antecesores del ábaco) aparecieron rayados en la arena o en las rocas y se usaban tanto para realizar cálculos aritméticos como para jugar a diversos juegos tradicionales de inteligencia que aún en las islas Canarias son muy frecuentes.
El famoso matemático Leonardo de Pisa Fibbonacci publicó en dos ediciones (1202 y 1228) un texto llamado Liber Abaci que trata del uso de los números indo-arábicos y esto demuestra el uso del ábaco para la aritmética más moderna.
Pero no creáis que es algo del viejo mundo, en América el imperio incaico (Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile) utilizó otra modalidad de ábacos formados por cuerdas anudadas que recibían el nombre de “quipus” y que funcionaban de un modo muy parecido siendo también uno de los primeros dispositivos de cálculo conocidos.
En la actualidad podemos destacar que su uso, aunque minoritario, sigue estando vigente. En 1996, María Teresa Cuberes, James K. Gimzewski y Reto R. Schlittler, científicos del laboratorio de IBM de Suiza, construyeron un ábaco que utiliza como cuentas moléculas cuyo tamaño es inferior a la millonésima parte del milímetro y lo que mueve dichas cuentas moleculares es un microscopio de efecto túnel.
Lo que está claro es que, por muy poco que les guste a los niños en edad escolar, este invento ha sido primordial en la vida moderna, y no tan moderna, y sin él puede que el mundo que conocemos hoy en día no hubiera existido, no al menos igual que existe hoy.