El perfume, aroma de seducción

El perfume

Unas gotas de Chanel Número 5 como único abrigo en la cama, decía Marilyn Monroe. El perfume, como la seda, el vino y las flores, es uno de los lujos necesarios de la vida, opinaba Sofía Loren. Una mujer sin perfume es una mujer sin futuro, se atrevía a pronosticar Coco Chanel. Comprar perfumes originales es uno de los cuidados de belleza esenciales en el estilo de vida contemporáneo. La presencia personal que prolonga un aroma característico y elegante, el complemento del resto de sentidos como carta de presentación, la armonía de una fragancia acorde a la sensibilidad y el gusto de quien la viste,…. Más que un accesorio de belleza, indiferente a sexos, generaciones y costumbres, el perfume es una demostración de personalidad.

Además, el olfato humano es uno de los sentidos conectados de manera más directa con las emociones. Si bien Marcel Proust se retrotraía a su infancia degustando una magdalena empapada en té, lo más probable es que baste un olor concreto –sobre todo si es agradable- para despertar en el cerebro mil reacciones insospechadas. Aquel primer beso seguido de arrumacos en el cuello, el contacto próximo con la persona que se ama de uno u otro modo, la huella con que su esencia llena una habitación o queda impregnada en su ropa,… Los olores, por tanto, pertenecen al mundo del subconsciente y conviven estrechamente ligados a estados de ánimo y sensaciones determinadas. Su efecto incentiva la memoria sensorial y afectiva y, en ciertos casos, pueden resultar incluso terapéuticos para combatir estados emocionales desfavorables. Imposible olvidar, por supuesto, la acción de los perfumes originales como afrodisíacos, destinados a seducir y estimular el apetito sexual del otro (o el mismo) género. Al fin y el cabo, la naturaleza del hombre se guía por sus instintos y por ciertos estímulos para constatar el atractivo de quien debería ser su pareja biológicamente perfecta. Un aroma natural que sirva como indicativo de salud e higiene, las pulsiones sexuales que despiertan las fragancias asociadas a la masculinidad, la calidez de un perfume que transmite protección e intensidad. Son rasgos que los perfumes persiguen a través de sus diseños y que implican complejísimas combinaciones de elementos naturales y sintéticos.

La base de un perfume es el alcohol etílico, al que se acompaña como mínimo de alrededor de una veintena o una treintena de aceites y esencias aromáticas, los cuales son los que le otorgan personalidad propia, dueña de una mayor o menor intensidad, y que son las que perduran en contacto con la piel una vez que la base de alcohol se ha disuelto a causa de agentes atmosféricos como el calor. Los distintos ingredientes, que en una misma fórmula pueden alcanzar el centenar de acuerdo con la matización que le quiera conferir el maestro perfumero a su producto, se cuentan por miles. Entre ellos, los fijadores de aceites esenciales cumplen la función de impedir la rápida disolución de la fragancia en el aire, haciendo del perfume una sensación duradera. Se trata de sustancias cuyo punto de ebullición se encuentra alrededor de los 290 grados centígrados y muchos de ellos tienen sus raíces en elementos naturales presentes en la composición de plantas y animales. Son, por ejemplo, la salvia, el sándalo o el pachuli. No obstante, también existen fijadores sintéticos destilados en el laboratorio, como los inodoros benzoato de bencilo o diacetato de gliserillo, si bien otros sí poseen aromas que recuerdan a esencias naturales como la vainilla.

En cualquier caso, el uso del perfume ha de cambiar de acuerdo a las características del portador. De este modo, si el usuario posee una piel grasa, el efecto de la colonia o el perfume sobre su epidermis tiende a ser más poderoso o duradero, aunque por otro lado, la excesiva presencia de grasas naturales y una sudoración mayor de la habitual pueden tener como consecuencia la generación de una mezcla de olores poco adecuada. Así pues, para este tipo de personas, las fragancias ligeras, con tonos predominantemente cítricos y florales, son las más indicadas. Como se colige de lo anterior, las fragancias se diluyen antes en individuos con la piel seca, lo que provoca que sea aconsejable la aplicación de mayores y más frecuentes dosis, siempre con cuidado porque el alcohol etílico contribuye al resecamiento de la piel. La sensibilidad de la epidermis conlleva que, en el caso de pieles sensibles, propensas a la irritación, al acné o a la aparición de reacciones alérgicas, se deba poner especial cuidado en la elección del perfume, en el que deben predominar los componentes naturales y respetuosos.

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